Lo que parecía imposible sucedió: los montes silenciosos de Teruel hablaron… y Cannes escuchó. La 78ª edición del Festival más prestigioso del mundo ha premiado con el Premio del Jurado a Sirat, la nueva película de Oliver Laxe, rodada en enclaves salvajes de la sierra turolense, entre peirones olvidados, aldeas vacías y niebla real. Un triunfo artístico que pone a Aragón en el mapa del cine más radical, espiritual y telúrico del planeta.
En una edición que también ha celebrado el regreso combativo de Jafar Panahi y la contundencia política del brasileño Kleber Mendonça Filho, Sirat ha sido la sorpresa que ha encendido la Croisette con su belleza extraña, su mezcla de lenguas y su cámara reverencial. Una película que no se ve: se siente.
Oliver Laxe: el cineasta del fuego lento
Con Mimosas y O que arde, Laxe ya había demostrado que su cine avanza a otro ritmo: el de los elementos. Pero con Sirat, su obra más ambiciosa hasta la fecha, ha cruzado un umbral nuevo. La película sigue a un padre (Sergi López) y su hijo en busca de Mar, hija y hermana desaparecida tras asistir a una rave perdida entre montañas marroquíes. Pero todo ha sido filmado en Teruel, transformado aquí en un desierto místico donde el alma se enfrenta a su sombra.
“Necesitaba una geografía que impusiera. Teruel fue una revelación”, dijo Laxe tras recoger el premio.
La cinta habla en árabe dialectal, castellano y aragonés rural. Su reparto mezcla actores no profesionales, vecinos reales, pastores y antiguos habitantes de pueblos vaciados. Cada plano respira verdad. No hay filtros. No hay artificios. Hay niebla, piedra, viento y silencio.
Un paisaje que se convierte en personaje
Desde Monteagudo del Castillo, pasando por Fortanete o la rambla de Barrachina, Laxe convierte el paisaje turolense en algo más que fondo: en conciencia. En juicio. En guía. En castigo. En redención.
La palabra Sirat —que en árabe clásico significa “camino”— estructura una narrativa tan física como espiritual. Una travesía de búsqueda, pero también de expiación. La cámara no sigue la acción. Acompaña la transformación. Cada ruina, cada eco, cada crujido del monte es parte del relato.
La crítica internacional ha sido unánime: Sirat es “una joya mística que desafía las leyes del género”, “una visión telúrica que revela la verdad en la tierra” (Le Monde), “la película europea del año” (Cahiers du Cinéma).
Cannes se rinde al cine que incomoda
El Premio del Jurado a Laxe se suma a una edición marcada por el compromiso, la introspección y la profundidad. Jafar Panahi se llevó la Palma de Oro por It Was Just an Accident, nacida de su experiencia carcelaria y centrada en el reencuentro entre un torturado y su torturador. Kleber Mendonça Filho ganó Mejor Dirección, Mejor Actor (Wagner Moura) y el premio FIPRESCI por El agente secreto, una historia ambientada en la dictadura militar brasileña que conjuga política, thriller e identidad.
Pero Sirat fue la revelación inesperada. Y quizá, la más perdurable.
Aragón en el mapa del cine mundial
Sirat no es solo un logro artístico. Es un fenómeno cultural. Por primera vez, una película rodada íntegramente en tierras turolenses —con luz natural, en invierno, con voces reales— ha conquistado uno de los festivales más prestigiosos del planeta.
El eco ya resuena: desde instituciones culturales hasta cineclubs, desde críticos hasta espectadores, todos coinciden en lo mismo: Teruel existe… y emociona. Y gracias al cine de Laxe, ahora lo sabe también el mundo.